jueves, 12 de diciembre de 2013

La formación en comunicación audiovisual es prioritaria para la ciudadanía del siglo XXI

Entrevista a Ramon Breu por Anna Ortiz

Hablas de la educación audiovisual como de un viejo sueño, ¿a qué se debe?
Sí, digo que es un sueño de hace muchos años, para los que trabajamos y hacemos pedagogía al respecto. Quiero recordar que en los años treinta, con la República, en las escuelas ya se planteaban que los chicos y chicas pudieran acceder al análisis y a la  interpretación del cine. Más tarde, en Cataluña, también tuvimos grandes maestros, como Miquel Porter Moix, que transmitieron la necesidad de educar en el cine y en la pantalla doméstica, que empezaba a generalizarse.
Actualmente, una de las competencias descritas (únicamente en el caso del currículo catalán) es la competencia comunicativa lingüística y audiovisual, pero solo tenemos un enunciado que no se concreta en ninguna asignatura, ni profesor, ni horario. Solo constan las TIC. Los que sacamos adelante proyectos de audiovisual, lo hacemos a partir del convencimiento y el voluntarismo, pero si ninguna estructura ni concreción. ¡La educación audiovisual no existe oficialmente!
¿Y cómo entiendes esta educación audiovisual?
Tal como la entendemos nosotros, equivaldría a la Media Literacy de los anglosajones o la Education aux Media de los franceses, y va  mucho más allá de aprender a hacer funcionar una cámara de vídeo. Tendría tres ejes: conocer el lenguaje audiovisual ( la gramática, la sintaxis…); escribir en este lenguaje (expresarse , a través de producciones escolares creativas con un guión, una realización y una edición), y, quizá el eje más importante, analizar de manera crítica todo lo que aparece en las pantallas de cine, televisión, Internet y redes sociales. El otro día leía que los niños no pueden pasar más de diez minutos sin consultar el móvil, por tanto, debemos hablar de pantallas en general, antiguas  y nuevas.
¿Este análisis crítico de las pantallas empieza por saber descodificar, interpretar la información?
Sí, se trata de dotar a los niños y niñas  de un esquema de observación y de análisis, adecuados a la edad, y que a partir  de un anuncio de publicidad, por ejemplo, sepan ver cuál es su trasfondo: estereotipos que contiene, mensajes encubiertos, ideología, sexismo. Que tengan herramientas para leer con cierta profundidad estos mensajes mediáticos. Y no es una utopía: en Inglaterra, País de Gales, Canadá o Austria es una asignatura obligatoria, tanto en primaria como en secundaria, y tienen experiencias muy  interesantes.
Pero resulta paradójico que en la época de mayor predominio de la información de todos los tiempos no formemos a los niños y niñas en educación audiovisual.
Durante mucho tiempo, se ha alegado que el profesorado no estaba formado en la materia.  Entonces, organizamos cursos de formación, desde AulaMedia o Cinescola, en diversos lugares: cursos anuales y de verano. Llenábamos grupos muy numerosos de maestros de escuela, con mucho interés. Pero ha continuado habiendo una resistencia absoluta de las autoridades educativas a la hora de incluirla en los currículos y darle una concreción, mientras que, en cambio, se ha incluido música o la educación para la ciudadanía sin demasiado problema.
¿Qué dirías a favor de esta formación?
De entrada, la educación audiovisual tiene un plus de motivación extraordinario, y tener este plus de motivación, en las aulas de hoy día, es fundamental. Trabajar una película, o la publicidad, o las redes sociales, es muy estimulante para ellos, porque es su lenguaje y su mundo. Y es  multidisciplinar: permite trabajar desde lengua hasta historia, en un mismo proyecto. Pero, más allá de estas virtudes, es muy necesaria para poder leer e  interpretar nuestro  mundo.
Pero en las escuelas hace ya tiempo que han entrado nuevas tecnologías, tanto para el profesorado como para el alumnado.
Yo creo que las TIC han hecho daño, en cierta manera, a la educación audiovisual, porque mucha gente ha pensado que eran lo mismo, y no lo son. Las TIC son una parte de la educación en comunicación audiovisual, la parte más técnica: utilizar un  programa, editar videos… Todos estos aspectos más técnicos son las herramientas, pero no son el lenguaje, es decir, los contenidos, el análisis crítico… Y a la hora de llevar las TIC a la práctica, no se ha querido integrar en ellas estos aspectos. En las políticas educativas, como en las otras, hay voluntades e  impedimentos.
Afirmas que la escuela tiene que dar herramientas de  interpretación, de sentido crítico… ¿Te refieres a todo esto cuando hablas de los aspectos éticos de las TIC?
No se trata de ser tecnófobos, eso iría contra lo que queremos trabajar. El problema es que en la mayoría de centros y en el currículo oficial solo se plantean aspectos técnicos y no se habla del contenido, de la ética, de saber qué puedes hacer y qué no en Facebook, y empezando porque muchos docentes no saben, porque no se han puesto en solfa programas para llevarlo a la práctica.
¿El lenguaje audiovisual es poderoso porque es su lenguaje habitual? ¿O también porque toca las teclas emocionales de manera muy precisa?
Exacto, por ambas cosas. Cuando hacemos propuestas de audiovisual, la respuesta es asombrosa, ¡y trabajamos igualmente todo lo que nos proponemos! Un curso de vídeo o de cina es un bálsamo para ellos: saben de qué hablas, conectan, les interesa.
¿La entrega del premio te permitió dar algún mensaje con un cierto altavoz?


Sí, volví a decir que es urgente y necesaria la formación audiovisual. No solo porque interesa  a los chicos y chicas, sino porque necesitamos formar a una ciudadanía mediáticamente alfabetizada: es  lo que corresponde a la sociedad del siglo XXI.

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